-“Quince” suspire-. Quince, que número más curioso;
desde que tengo memoria el plan de mis quince existe, llevo pensando mucho en
ese día y sigo sin cambiar de opinión, no quiero absolutamente nada
extravagante. Quiero tiempo, tiempo con mis amigos, quiero divertirme, quiero
ser libre, nada más.
Siempre he seguido las reglas, siendo perfecta, pero
eso cambiara, ahora seré yo.
Mis padres quieren darme un yate, pero ¿para qué
quiero un yate?, solo quiero ser yo, rebelar mi interior, aunque sea duro,
todos dicen “son las hormonas” pero la verdad solo me he descubierto no siendo
lo que mis padres quieran; antes no tenía el valor de ser yo, de rebelarme,
siempre me limitaba, era perfecta, un “ángel” que por dentro luchaba por ser si
misma; mis padres deseaban evitar que yo cometiera errores, no me dejaban
aprender lo que era perder, pero poco a poco les abrí los ojos.
Nunca ha sido cuestión de hormonas solo de
identificarse con lo que uno es y tener la valentía de demostrarlo, no estoy
juzgando a los padres, amo a los míos, pero ellos cometen el error de ser
perfeccionistas y tercos.
Está decidido- dije para mí misma, no abra yate,
será fiesta con amigos, bailar, comer,
divertirse y nada más, concluí.
“De los errores se aprende, con el tiempo se vuelve
paciente, con las experiencias se descubre a sí mismo, con mis quince comienzo
ello”; escribí en mi diario para nunca
olvidarlo.
De: Angie Valentina Córdoba Córdoba.
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