22 de Septiembre
del 2014, Popayán, Cauca.
Otro día de silencio, siendo expresiva sin poder
expresarme. Entender todo pero no decir nada, generalmente es duro; pero ya
estoy acostumbrada, Aun así es cruel, no conmigo sino con los demás, no poder
contar a los otros cosas que los involucran.
Caminé despacio, arrastrándome entre los muros y
desvaneciéndome en las ventanas. La soledad es muy pacifica, pero a veces
cansa, por eso ir al colegio parque se había vuelto uno de mis pasatiempos favoritos,
y pensar que antes lo odiaba.
Sé que se preguntaran cómo me volví una sombra, una
mancha en este mundo de luz, no lo tengo muy claro pero algo que doy por seguro
es que lo que soy me lo debo a mi misma, yo soy la causante de mi desgracia,
fabrique mi soledad y construí mi silueta, ahora pago por las consecuencias.
Son recuerdos oscuros los que tengo de esa noche.
Era la noche perfecta, llovía, aquella lluvia que constantemente ahogaba mis
sollozos y se mezclaba con mis lágrimas, recuerdos de dolor. El día había sido
normal, no tenía nada especial, no existían razones para que yo lo hiciera, no
habían pruebas solo palabras que el viento se llevó y que la gente había
olvidado, eras palabras vagas, sueltas, sin destinatario en concreto. Las
recitaba para el mundo como poesía, sin embargo nadie se dio cuenta, no había
culpable, la única responsable fui yo.
Mi vida no era complicada ni extravagante, era
común, nada que hiciera correr mi adrenalina, no me podía quejar era una buena
vida, pero estaba inconforme, perdida, me hacía falta algo, era imposible
evitar ese vacío.
Antes solía sonreír, podía vivir con ello, aun así
las cosas fueron cambiando hasta aquella noche, todo iba empeorando, mis
fuerzas se desvanecieron y perdí el impulso que me hacía luchar. Todo sucedió
muy rápido.
Dos palabras hicieron falta para transfórmame en lo
que soy, la sombra de lo que fui, su muerte y después la de mi alma dieron la
vuelta a todo. Paso mucho tiempo desde que se fue, pero el dolor y rabia
guardados, lentamente me marchitaron. No tenía nada contra él, fui yo la no se
atrevió a hablarle, la que de lejos miraba, al misterioso y solitario chico
en los descansos, eso paso años atrás;
todo iba muy bien, éramos unos niños, nunca entendí el porqué de su partida,
tampoco pregunte, seguí con mi vida pero
el recuerdo me atormentaba.
Desde que
presencié su accidente no lo pude olvidar, el chico de ojos avellana que
murió delante de mí, era callado pero amable y carismático, eso parecía, solo
cruzamos unas únicas y últimas palabras, pero me marco para siempre.
Hasta la noche de mi suicidio lo tuve en mi mente.
¿Por qué lo hice? Ni yo misma lo sé, cargaba cargo y cargare con un peso que no
me pertenece.
ANGIE VALENTINA CORDOBA
8ºB